martes, mayo 15, 2007
En mi caso, los oficiales del ejército fueron también mis maestros, y María Antonieta, como se llamaba mi arma, me enseñó a adorarla.
Para todos aquellos profesores que han quedado en nuestra memoria. Hemos tenido buenos y malos maestros, pero de todos ellos hemos aprendido. Para mí, es una de las más hermosas y nobles profesiones, ya que enaltece al ser humana. Felicidades a todos aquellos profesores de los que algo aprendí, donde quiera que se encuentren. De ellos tengo gratos recuerdos.
¿La letra con sangre entra? No debería ser así, y sin embargo, más de uno se hace acreedor a ese dicho...
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